Bariloche, la novela corta del escritor argentino Andrés Neuman, es un rompecabezas extenso que desafía al lector, hipnotizándolo con un lenguaje preciso, lírico e inmensurable. El protagonista, Demeterio Rota – un gran aficionado a los puzzles- es recogedor de basura dentro de un Buenos Aires somnoliento e indiferente. Alojado en la zona de Chacarita Demeterio sale todas las mañanas a la recogida junto a su camarada el “Negro” con quien ha forjando una amistad basada en la confidencia y las desdichadas de la vida.
El alcance de la obra de Neuman es, sin exagerar, formidable. Los distintos tiempos, espacios y voces usados en los cincuenta y cinco capítulos son absolutamente precisos; cumpliendo con la difícil tarea de otorgar a cada personaje un lenguaje propio, como la voz del Negro que se diluye bajo la piel de un argentino porteño de clase media, o la de Verónica (otra protagonista), quien va formando distintas imágenes femeninas, desde la madre, a la esposa y por último la amante. El relator principal es un observador omnipresente que toma al lector y lo lleva por un pasado fragmentado, cruzando de vez en cuando algún sueño o divagación, obsequiándole piezas de una ficción que va formándose página tras página
Una parte de la historia transcurre en Bariloche (localidad en la Patagonia de Argentina caracterizada por su belleza en sus reservas naturales), en donde se rememora la adolescencia del protagonista, en un retroceso al tiempo completamente onírico ante una identidad resquebrajada. Cuyas imágenes como el lago y los árboles miran con desdicha a un hombre que perdido su propia realidad y que va en busca de la misma sin ningún éxito.
La novela no abunda mucho en detalles territoriales sino que nos muestras unas ciudades sin rostro, que como cualquier urbe aplacan a su propia sociedad, no es coincidencia que Demetrio sea recolector de basura, ya que la novela presenta estos desechos que creamos los seres humanos, que nos persiguen siendo partes de nosotros que nos vamos deshaciendo día a día hasta llegar a la muerte. La indiferencia y el desanimo por la vida son otros temas también recurrentes en esta novela con los que Neuman juega con una habilidad de mago, que nos invita a componer un puzzle de piezas faltantes, y que de rato en rato asoma la imagen reconstruida para luego hacerla desaparecer con un movimiento de la mano.
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