Yo y mi estúpida billetera

jueves, julio 16, 2009

Recuerdo los días de la universidad como un época de experiencias entremezcladas, de las que siempre terminaba sobresaliendo el histerismo, todos esos trabajos, exámenes, informes y prácticas mermaban en gran medida a mi espíritu ya apesadumbrado por la presión de haber salido bachiller. Entre las peores cosas que tenía que soportar estaba el de salir a tiempo a clases, no se que me pasaba pero desde el inicio de mi primer semestre mis pequeños atrasos de 5 o 10 minutos se habían estado convirtiendo en horas enteras, donde terminaba llegando con el cabello despeinado cuando la clase ya había terminado. Decidí llevar a cabo un sin fin de medidas para evitar mi impuntualidad, dormía con los jeans puestos, colocaba la alarma una hora antes, o desayunaba en el “camino”. Cabe decir que las providencias tomadas no sirvieron de mucho, además de atragantarme con un pedazo de pan el micro no conseguí reducir mi dejadez. Fue una mañana en la que me levante con las pilas puestas, en la que no desayune, me vestí con lo que encontré y salí de casa apenas salía el sol.

Miraba mi reloj y no podía creerlo, al fin salía temprano, recuerdo que una que otra lágrima de victoria rondaba mi mejilla. Al llegar a la calle hice un conteo de mis pertenecías, recordé haber olvidado mi libro de Calculo y mis lentes, pero no me importo, al fin y al cabo no se podía ser perfecto. Dicen que al que madruga Dios le ayuda y es verdad, por primera vez en mi vida de universitario pillaba un taxi-trufi con un asiento vació, era el paraíso. Subí con una sonrisa digna del Joker más malévolo que pueda haber. Les dije a todos los pasajeros buenos días y me recosté a esperar el fin del viaje. Casi a medio camino una compañera de clases se subió sentándose a mi lado, era una chica que me gustaba y a la que nunca me había animado a hablar. Mi incredulidad por mi buena ventura fue mucho mayor, aquella oportunidad de conocerla se hacia tangible. Justo cuando me proponía a decirle algo, una pequeña luz roja se me encendió, el hámster de mi cabeza debió tropezar dentro de su rueda porque me quede en blanco, me di cuenta que no sólo había olvidado los lentes y el libro de calculo, si no también la billetera. Me pregunte, ¿cómo mierda iba a pagar mi pasaje? Urge aterrado en mis bolsillos esperando encontrar una moneda pero no había nada aparte de un montón de pelusa y una ficha de teléfono.

Casi al instante me fije en el chofer (que de paso estaba sentado a mi lado), era un hombre joven con unos brazos musculosos y un tatuaje del cuartel en la mano, trague un poco de saliva y comencé a pesar en la opciones que tenía. Podía irme por la opción A, parar el taxi-trufi y salir corriendo como ratero a ver si me alcanzaban. La opción B era agachar la cabeza y suplicar clemencia. También estaba la opción C y pedir prestado el dinero a mi compañera de clase (quién no me conocía) y quedar como un idiota. Decidí por la opción B, pero no me baje en la universidad sino espere que todos los pasajeros se bajaran para que no sean testigos del bochorno, (en especial mi compañera de clase), cuando el vehiculo se quedo vació (ya casi llegando a la parada a varios kilómetros de la universidad), hice parar el taxi-trufi, apreté fuerte un lapicero como arma de defensa y confesé al chofer mi iliquidez económica.

Para mi sorpresa el tipo resulto ser un hombre compresivo, no hubo los putazos o patadas voladoras que esperaba, sólo se rió como desquiciado, “en otra me lo paga joven” me dijo y dejo que me vaya. Hice una maratón tipo 20 cuadras estilo libre hasta la universidad, miraba el reloj y me decía, “aún hay tiempo, aún llegas”, cuando al fin me topo con la puerta la encuentro cerrada y con una notita pegada en el frente “las clases de hoy se suspenden por indisposiciones medicas del docente, gracias por su comprensión”. Le tire una patada de infundía a una piedra y comencé el largo camino a pie hacía mi casa cojeando y con la cabeza gacha. Esos días de la universidad si que fueron buenos tiempos.

**Entre otras cosas **
-Ya van casi tres semanas desde que MJ se fue y repase unas 50 veces toda su discografía, creo que ya fue suficiente del tributo, ahora ya puedo volver a mis cumbiones…(mentira por si acaso)
-Esto del Twitter aun me plantea muchas incógnitas, ya me hice usuario, ya tengo Followers y Following pero ni así entiendo bien para que funciona exactamente.

6 comentarios:

Camélida del Viento dijo...

Wiskani... deberías haber roto el hielo con la minita y pedirle que te prestara la plata, luego -como todo un latin lover- intentabas pagarle (ella no aceptaría), entonces le dirías con voz de Marlon Brando: "hey, nena, si no aceptas mis centavos, entonces deja que te invite a tomar un café". Ya sería tu novia, o tal vez tu esposa, o tal vez madre de tus hijos. O tal vez hubieras descubierto que en realidad no era mujer, sino hombre... jajaja, mentira.

Buen post.

Besos!

PD: Twitter? Ni con banda!

Asesino De Leyendas dijo...

Bueno brother, a quien no le ha pasado salir sin la billetera alguna vez?, claro, opino lo mismo que la camelidita bonita mi amor cuchi cuchi... era nomás entrarle el charle a la mina, no como marlon, sino como jhon travolta... hey nena, si tu pagas mi pasaje hoy, yo mañana... vale se hubiera armado un despute ahi mismo ja!... bueno men todo el rollo pa ver ese puto letrero?, no pues, al q había q agarrar a patadas es a... bueno al cate ja!

Un abrazo

Camélida del Viento dijo...

Asesino, deja de decirme:
"camelidita bonita mi amor cuchi cuchi"

1.- suena como si le hablaras a una retardada mental.
2.- no soy bonita, ni tu amor, y mucho menos tu cuchi cuchi.
3.- personalmente siento que diciéndome eso, me subestimas (aunque no tenga mucho sentido para tí, pero para mí sí).

Tus besos en la nuca los acepto de buen talante, pero ya tus fracesitas de dos pesos? Abstenerse por favor.

(Perdón Wiskani por postear esto, pero es que hoy sí me arrebaté).

Permiso.

Asesino De Leyendas dijo...

ja! ok, anotado el mensaje querida Camélida (sin ofenderse por favor), perdón compadre, la última semana ha sido bastante dura y obvio eso a nadie le importa pero bueno. La decisión está tomada, me tomo unas vacaciones merecidas, mientras los ánimos bajan. Un abrazo

Vania B. dijo...

Muy buen post, y de acuerdo con la camélida y el asesino: era nomás que te armes de valor y le hables a la minita. Qué suerte que el chofer estaba de buen humor, sino hubieras tenido que acudir a tus dotes atléticas y hacerte pepa antes de que te saque la infundia.

Un abrazo.

Diabla Región 4 dijo...

jajajajja, estuvo buenísimia la anécdota. Pero estuvo bien no hablarle a la muchacha (o como ustedes dicen, a la mina), ante todo, evitar el ridículo. Pero coincido con camélida, la siguiente vez, le hubieras invitado un café. Ujú!